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DR. SANTIAGO LONDOÑO LONDOÑO.

  • Foto del escritor: Xime Cuellar
    Xime Cuellar
  • 24 abr 2017
  • 2 Min. de lectura

El pereirano ilustre más importante y polifacético de la segunda mitad del siglo XX, fue sin duda el médico Santiago Londoño Londoño, hijo de otro médico del mismo nombre y que juntos hicieron lo que pocos, por el mejoramiento de la salud de tantas personas necesitadas en la urbe de Cañarte. Londoño (hijo) es al mismo tiempo uno de los más desconocidos y su nombre aparece con frecuencia en los medios, gracias a la existencia del teatro municipal, donde se dan cita importantes eventos ciudadanos y culturales mes tras mes. Como persona, sigue siendo un misterio sin develar.

Médico, cultivador de café, mecenas de las artes y la cultura, voluntario en Cuba, político marxista, hijo de otra figura local con su mismo nombre.

En el campo de la leyenda en unos casos y en otros en la especulación, se dice que fue miembro de la Logia Masónica como el padre, que probablemente era millonario, sin especificar la cuantía de su fortuna, o que tuvo trato con jefes de la insurgencia colombiana, sin que nadie haya visto evidencias documentales. Su homosexualidad la asumió sin ocultarse, ni tampoco promoverse, simplemente ejerció el derecho a la privacidad que deberíamos tener todos. Nunca se casó, ni tuvo descendencia reconocida.

Tenía un buen sentido del humor, practicaba el tenis, podía degustar por igual un aguardiente o algún licor importado y en algún evento de recaudación de fondos. Lo único que parecía mortificarlo, era el manejo del tiempo para cumplir sus citas múltiples, entre la profesión, su negocio cafetero, la salud de la madre, las reuniones políticas y sus compromisos sociales y personales.

Aportó su conocimiento y donó los primeros equipos modernos a la lucha contra el cáncer en Pereira, no se aferró al dinero sabedor de la temporalidad humana sobre la tierra, rechazó las castas de Colombia y del mundo entero con la ilusión de llegar a ver sociedades más justas y equitativas, soñó con una ciudad engalanada por el arte y la cultura, ofreció trabajo a todo el que pudo y nos trató a todos como a su igual.

Su muerte fue en 1982, cuando al parecer los frenos de su motocicleta no le funcionaron Texto publicado por Javier Amaya en el Diario del Otun. todos los creditos respectivos.


 
 
 

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